Pensamientos

Cuando la repetición de tu movimiento genera el caos, es que tu movimiento está mal hecho. En ese sentido, y con el objeto de llegar a buen fin, debemos proyectar procesos y no resultados. Sin embargo la espontaneidad no debe perderse, la creatividad, la inspiración, la curiosidad, la experimentación... Incluso hay veces que el caos te sorprende y de forma natural, casi accidental, acaba generando un nuevo orden.

Pensamientos
Cuando la repetición de tu movimiento genera el caos, es que tu movimiento está mal hecho. En ese sentido, y con el objeto de llegar a buen fin, debemos proyectar procesos y no resultados. Sin embargo la espontaneidad no debe perderse, la creatividad, la inspiración, la curiosidad, la experimentación...
Incluso hay veces que el caos te sorprende y de forma natural, casi accidental, acaba  generando un nuevo orden.
Hace unos días observé a unos veinte o treinta niños corriendo para formar fila en su colegio ante la entrada de las clases, parecía que les iba la vida en ello, cada uno corría desde una esquina del patio, la competitividad era tan intensa que incluso llegaban a propinarse codazos y zancadillas con tal de llegar antes a la cola y coger una mejor posición. Lo curioso de todo esto es que una vez situados en la cola se termina la competición, vuelven a recuperar la camaradería perdida por unos instantes, las respiraciones se desaceleran y cesa la locura. Pero lo que aún es más sorprendente es que la cola era tan solo para entrar en clase!, clase que no comienza hasta que todos y cada uno de los alumnos están convenientemente sentados en sus pupitres!. ¿Entonces?, ¿porqué ese revuelo?, ¿Para qué había que coger sitio en la cola?.... Y es que para ellos la vida en sí misma es un juego, sus relaciones son básicamente cojonudas!, si uno te cae mal pues no es tu amigo y punto!! Si quiero ser superman pues soy superman joder! y a cambio acepto que tu seas Spiderman!! claro que sí, que grandes somos!
En este sentido y volviendo al mundo adulto, a veces necesitamos hacer cosas regidas por nuestros impulsos más primarios, incluso aunque no tengan sentido, con el fin de que otras puedan llegar a tenerlo. Quizá cuando uno es maravillosamente ingenuo, como un niño, sus actos acaban por rodearse de una especie de patente de corso que en ocasiones termina por funcionar.
Recuerdo aquella disertación en la que el maestro  D. Francisco J. Sainz de Oiza hablando de la monstruización de la profesión de Arquitecto en aras de la producción empresarial, concluía diciendo: “Hombre, pues volveremos a ser más artistas, porque primará el componente artístico; y como ése es muy personal, muy individual, pues se valorará al artista, como se valora al futbolista que mete goles”, “tendremos que volver a empezar otra vez, como desde cero, desde cenáculos, desde pequeñas organizaciones…”
Y ¿porqué no desde "la fila del colegio"?, soñando con fantásticos  proyectos e ilusiones por lejanos que parezcan...