Mahkameh Rezai Alishahi, n. Teherán 1977
Hija de Mohsen y Shahin.
Ingeniera Informática por la Universidad de Shahid Beheshti. (Teherán)
Ingenieria de Software e Inteligencia Artificial. (Malaga)
Cuando era pequeña, solía llevar a nuestra casa de vacaoines del norte de Irán todos los bichos y animalitos que encontraba jugando en las orillas del mar caspio y sus bosques aledaños..., la complicidad de mi padre y la paciencia de mi madre permitieron alimentar mi amor por la naturaleza y el sentimiento de libertad que lleva unido.
Esta pasión, a lo largo de los años me ha hecho ser consciente de que el ser humano puede mejorar el mundo empezando por mejorar su forma de vida, su manera de alimentarse y sus hábitos, así como, a entender que el respeto hacia el medio ambiente y hacia nuestro cuerpo y nuestra salud es la clave para crear belleza y disfrutarla.
Mi formación como Ingeniera Informática y mis conocimientos sobre inteligencia artificial, los dirijo hacia la optimización de recursos y hacia la búsqueda de la eficacia en los desarrollos, con un objetivo claro, que es potenciar la buena salud de los estados psicológicos, físicos y emocionales. Formar parte de este proyecto es mi manera de contribuir a fusionar arquitectura y naturaleza desde la poética, aportando mi visión desde el amor que siento por ambas.


 
José Antonio Mota Cerezuela, n. Málaga 1970
Hijo de José Antonio y Antonia.
Arquitecto por la E.T.S.A.M, 2002. (Madrid)
Si tuviera que elegir una palabra para expresar mi forma de afrontar la vida, probablemente elegiría la palabra “competición”.

Esta competición no tiene que ver con una disputa por ocupar un lugar por delante de otros, sino más bien se trata de una lucha conmigo mismo. Siempre he luchado por mejorar, por explorar mis límites y así conseguir mis metas. El nivel de excelencia solo se alcanza teniendo un espíritu sano y competitivo.

Amo el deporte y este amor lo he transmitido a mis hijas, el amor al esfuerzo, la importancia de tener objetivos y metas, y sobre todo llevar la deportividad como bandera a la hora de afrontar cada envite en la vida; sé que es algo que ya llevan dentro y por eso puedo sentirme un padre orgulloso. He visto la arquitectura desde todas sus trincheras, lo que me ha permitido desarrollar un instinto práctico capaz de resolver cualquier dificultad técnica por compleja que parezca. Comparto la ambición y el sueño de cambiar la arquitectura, despojarla de los convencionalismos y convertirla en un reto permanente en busca de espacios y belleza.




 
Isidro Gallego Domínguez, n. Málaga 1972
Hijo de Isidro y Ana.
Arquitecto por la E.T.S.A.M, 1998. (Madrid)
Recuerdo el barro de las obras en los zapatos de mi padre...
Recuerdo el barro de las esculturas en las manos de mi madre...
De pequeño quería ser arquitecto para ayudar a mi padre en las obras, pensé que aquello debía ser peligroso y que mi deber era estar allí para protegerlo. Cuando fui algo más mayor, con la inspiradora ayuda de mi madre, empecé a dibujar, a pintar, a crear cosas de manera algo arbitraria hasta que ese hábito llegó a convertirse en una necesidad vital.
A los 18 años, llegué a Madrid. Mi primer día de clase pensé que quizá me había venido arriba con eso de hacer Arquitectura... pero entonces llegó el segundo día y al comprobar que aquel pánico era algo generalizado empecé a sentirme parte de aquello, y entendí que el sacrificio era el único camino. Pronto ese sacrificio se tradujo en satisfacción; la satisfacción de saber en tus manos la posibilidad de crear, de soñar y construir..., aunque para ello ya nunca me pudiera alejar de la intensidad, la disciplina y la obsesión, bendita obsesión.
Siento la profunda necesidad de crear, de encontrar el camino para poder desarrollar todo aquello que nace constantemente en mi mente.